La idea era en todo momento fusionar tradición y modernidad, identificar la marca con un producto nuevo por fuera pero con la confianza de los años a sus espaldas. Por ello debíamos traer lo más relevante de la cultura japonesa para llamar la atención en un primer momento, pero que poco a poco ese nuevo customer journey se volcara hacia una empresa renovada e innovadora, con una imagen limpia, clara y directa
Tecnología e innovación fueron las palabras clave de este evento, fundamentales para entender la evolución de la marca. A través de una línea temporal, el evento iba pasando por orden cronológico de lo antiguo a lo moderno, haciendo un símil con la marca y su evolución a lo largo de los años.
Un tori gigante con los colores de la marca, azafatas japonesas y sonido de tambores tradicionales actuando en directo y venidos del país nipón enmarcaban la escena en plena feria, sorprendiendo a propios y ajenos.
Tras este primer contacto, una cena de gala donde empleados, clientes e invitados tendrían que recorrer un túnel del tiempo y pasar de la tradición a la modernidad. Allí les esperaría el responsable de la marca, copa en mano, con un festín japonés, decoración nipona y una velada llena de sorpresas.
Una danza tradicional ponía el broche de oro a la velada. ¿El toque diferenciador? Comenzaba bailando una delicada geisha con ropajes tradicionales y danzas de un tiempo pretérito, para poco a poco ir transformándose en un chico más agresivo, vestido de negro, haciendo una representación Kabuki que acentuaba ese carácter transformador de la marca. La clave aquí era la evolución.